Diferencia entre perdón y reconciliación

Perdono, ¡pero no olvido!, la típica frase con la que nos excusamos para no perdonar de verdad en el fondo de nuestro corazón.

Al igual que muchas de ustedes, he sufrido traiciones de personas que jamás pensé que me defraudarían y sobre todo en el momento menos esperado, perdonar no es fácil y sobre todo cuando lo hace la persona a quien más amas.

Con el tiempo, Dios me ha dado la gracia de entender que quiera o no, por mi paz mental y por el bienestar de mi alma, se debe perdonar.

¡¡También me enseñó, que tanto el amor y el perdón son decisiones!! Amo y perdono porque así lo decido, mas no guiado por un sentimiento.

“Ya no siento lo mismo”, “se acabó el amor”, es lo que justamente nos dicen o decimos cuando ya no se siente motivación para seguir una relación.

El amor no es una cuestión que hoy me nace y mañana ya no me nace. 

Amo a mi esposo o a mi esposa porque así lo prometí y aunque no se esté pasando por los mejores momentos, se deben hacer las cosas que se tienen que hacer, aunque no quiera hacerlas y más aún si es para nutrir y sacar adelante la relación de pareja.

El hablar conversaciones incómodas, aunque no se quiera hacer es un acto de amor verdadero, el ayudar a tu esposa, aunque te sientas cansado, también lo es.

Lo mismo pasa con el perdón. No esperes perdonar esperando a que no sientas rabia y frustración. El perdón es pensar: “perdono porque quiero paz en mi interior, porque quiero liberarme de cargas”

Y sí mujeres, no es tan fácil como parece.

Entiendo que cuando estamos muy lastimadas, por muy decididas que nos encontremos en perdonar, debe haber sanación de la herida, que puede tomar semanas o meses.

Si tienes que llorar varias veces, ¡hazlo! No hay nada de malo en ello, lo importante es que no pierdas tu objetivo y el enfoque en perdonar.

El proceso en perdonar es complicado, pues habrá días en los que te levantes decidida en que no vas a guardar rencor y tu día es bueno, pero hay otros en el que solo basta acordarte de hechos y de sucesos hirientes y automáticamente tu corazón se llena de dolor y de rabia, se daña tu día, o por lo menos así lo permitiste.

Lo sé, parece un laberinto sin salida y a la vez un poco desesperante.

Chicas les seré muy honestas, en lo personal lo que me ha ayudado a sanar y a disminuir el rencor, ha sido conocer todas las herramientas que nos ofrece Dios en la iglesia para saber perdonar y esa es orar, orar muchísimo. No tengo otro método mágico.

He sentido como Dios ha sido grande conmigo y me ha dado las fuerzas cuando ya yo no podía.

En una de las formaciones católicas, escuchaba a un sacerdote decir: Si Jesús siendo Dios, quiso humillarse y soportar todos los malos tratos por amor a nosotros y además de eso perdonar nuestros pecados, ¿Por qué nosotros no vamos a perdonar a otra persona siendo igual o peor que nosotros?

Yo no sé ustedes, pero cuando escuché eso, inmediatamente hice clic y dije: ¡Dios mío que orgullosa he sido y que falta de humildad me ha faltado para poder perdonar!

Entendí inmediatamente que una de las causas por las que nos cuesta perdonar es por el grado de orgullo que tenemos, el ego que cargamos.

A la final lo que queda herido es el ego, y como consecuencia de ello es que siempre nos preguntamos: ¿Por qué a mí? ¡¡¡Me lo hizo a mí!!!

A la conclusión que llegué es que, aunque nos hayan hecho mucho daño, también soy una persona que en muchas ocasiones he ofendido mucho a Dios de manera grave y El siendo perfecto me perdona, así que yo que soy inferior a Él, tengo la obligación de perdonar y  para ello, es necesario dejar el orgullo y el ego a un lado y llenarnos de mucha humildad.

El tener la humildad nos hace grandes. A imitar esa humildad de Jesús aun siendo Dios.

Por eso chicas, cada vez que me llega la tentación de amargarme el día por algún mal recuerdo, inmediatamente me enfoco y pienso: Dios mío ayúdame a perdonar, así como tu nos perdonas y la paz llega  inmediatamente.  Se trata de orar como una herramienta fuerte para poder combatir esos malos pensamientos.

Ahora bien, ya sabiendo lo que en realidad involucra perdonar y cuál es la estrategia efectiva para hacerlo, quiero hablarte un poco sobre la diferencia que hay entre perdonar y reconciliar.

Para el caso de las relaciones de parejas que es en lo que quiero enfocarme en este artículo, quiero enseñarte que siempre se debe perdonar en todos los casos (no importa cuál sea), pero no siempre vale la pena reconciliarse.

Perdonar: Como te lo expliqué anteriormente, es sacar ese rencor de nuestro corazón con la ayuda de Dios, Tu objetivo de perdonar, es llegar en un momento de tu vida, en el que recordar ese suceso que tanto te hirió, ya no te duela. ¡Ese debe ser el enfoque!

¡Perdonar no es olvidar, es recordar sin rencor!

Ahora bien, el hecho de perdonar no significa que tenemos que volver en una relación de pareja.

Debes entender que hay amores buenos y amores malos.

Si sabes que lo que sientes es un amor que no te ayuda a sacar tu mejor versión, que no te acerca a Dios, que, en vez de generarte paz, te quita la tranquilidad, entonces no viene de Dios.

En ese caso, mi consejo es perdónalo, pero aléjate y sé radical.

Trata de terminar en buenos términos, con palabras sabias, pero que a tu expareja le quede claro que no hay marcha atrás.

Entiendo que cuando una relación recién termina te puede dar la tentación de caer y volver a intentarlo aún sabiendo en el fondo de tu corazón que no está bien.

Así que tranquila, a veces las decisiones radicales y con objetividad cuestan mucho tiempo, pero lo importante es que tengas claro a donde quieres llegar y el porqué. Recordar esto te dará fuerza para ser radical en los momentos donde tu voluntad flaquea y te sientas más vulnerable.

Reconciliación: Es cuando decidimos perdonar y también intentar seguir en la relación.

Como te lo mencioné anteriormente, hay amores buenos y amores malos.

Entiendo que casos mas complejos, otros no tanto.

Entiende que también en una relación sana o relación saludable, las parejas siempre tendrán discusiones, la gran diferencia es que ambos saben cómo solucionar.

No siempre por cualquier discusión vale la pena alejarse.

En lo personal, pienso que en los matrimonios se debería practicar mas la reconciliación y siempre apuntar a ello. Pues se ha hecho un compromiso con su conyugue y con Dios.

Pero también entiendo que hay excepciones y casos muy complejos por los que la iglesia también ha permitido la nulidad matrimonial.

La pregunta es ¿Cómo saber si perdonar o me reconcilio?

La respuesta es: Perdona mucho, perdona siempre, reconcíliate siempre y cuando la relación siga en paz, armonía y se ve futuro, pero si ves que pasa el tiempo y nada cambia, lo mejor es alejarse, sobre todo en las relaciones de noviazgo en el que aún no se ha dado el paso más importante que es el matrimonio.

Espero te haya ayudado y mucho. ¡Dios te bendiga!

Si te gustó, guarda este pin 👇🏻

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *